Minuteros aprisionando sueños,
degollado amaneceres,
recluyendo la lívido necesaria
a los pies de la cama.
No sé en qué punto de inflexión sucedió esto de secarme,
esto de ser al sol fruta huraña, melodía sin colores en el trance.
El mundo tiene falencias que me inspiran silencios dolorosos,
no hay gusto en las bocanadas de aire que me llevo a los pulmones,
como cuchillos pulidos con espinas fragantes,
de esos que llegan tan profundo que hasta el espíritu se congela;
No muero, no vivo, ya no me acuerdo de la última sonrisa clara,
tengo una pintada en el rostro para cuando siento que debo resistir,
la uso y desuso a conveniencia arbitraria de mis miedos.
Las paradas grises de los ascensores sin freno no ayudan en echar a andar
el corazón;
Todo es prisa en las góndolas que elevan las esperanzas y las sueltan al
viento
sin poder alcanzarlas para acomodarlas a mis ilusiones.
Hay un punto de desviación que no
vi como lo abordé,
o si me abordó él en un descuido de mis ángeles custodios…
No tuve la lucha en mis manos desorientadas,
no tengo las franquicias para
conseguir alcanzar la verdad.
La complicidad de las horas atiborradas de ideas desordenadas
no ayudan a dejar de evaporar mi piel desarmada de primaveras.
La lluvia de mis ojos no pueden gratificar las sombras que penan,
enferman los estanques en que limpiaba mis premoniciones…
Mientras me queda luz sigo los escarpados senderos,
mastico las entrañas de la tierra y me lavo en sus recovecos antiguos,
mirando el horizonte fermentado de
colores líquidos que no se detienen,
que no se retraen para alcanzarlo y lograr entibiar mis sandalias
destartaladas.
Muero pero no muero,
¡Vivo! pero el aire que respiro me hace morir en el patio trasero.
Tantos huertos ensartados de frutas fumigadas con contaminados amaneceres,
de autos asesinos, de
chimeneas devoradoras de pulmones.
No sé en qué punto de inflexión se me secó la boca
y se volvieron desabridos los besos, escasos , ajados,
abollados en la comisura de mis labios usados sólo para cumplir.
Se me desarmó la caricia al borde de la almohada que cobija mis anhelos,
se me aflojaron los intentos por acicalar los puertos que me prestaron,
embarcada en sin motivos, en sin sentidos, con cuerdas rotas y plumas
desgastadas…
Vuelvo corriente arriba a desovar historias para que fermenten,
y el olvido no me amortaje por la espalda…