lunes, 24 de marzo de 2014

Los transeúntes. (Cuento inspirado en la desaparición del avión Malasio el 8 de Marzo del 2014)





 Estoy aquí, observando la destrucción en que se encuentra el planeta tierra después de este tiempo complejo para todos sus habitantes. La realidad es totalmente distinta a  la de hace sólo unos meses. Si bien es cierto siempre han existido algún un tipo de caos y de desencuentros, guerras y rencillas sociales, el general de la gente estaba tranquila habitando.
El comienzo no está claro en el tiempo porque la memoria colectiva falla y se dispersa. Algunos hablan, que hace varios años se venían dando cosas sin explicación y otros que sólo desde hace algunos meses; las historias son ambiguas, sin embargo, sabemos que cuando desapareció un avión con doscientos cuarenta y nueve pasajeros a bordo las cosas se volvieron extrañas. La gente percibía que había un cambio en el presente pero el trajín diario por conseguir comprar cosas y satisfacer  sus egos, no  los dejaron escuchar ni ver lo evidente. Luego, los temblores en el mundo fueron en aumento. Temblaba en lugares disimiles y  que nunca antes había sucedido ni un movimiento telúrico en cientos de años. Los maremotos no se hicieron esperar, cosa que mantenía a todos en alerta. Los volcanes  que parecían  sin actividad, despertaron. El problema aumentó cuando los aviones que desaparecieron fueron cinco el mismo día.  Uno de cada continente. Salidos de diferentes aeropuertos de cinco ciudades muy importantes del planeta. Aviones comerciales que se desvanecieron con su capacidad completa.  Los radares dejaban de avistarlos y lo demás era sólo especulación. Como las comunicaciones son expeditas desde hace un tiempo, y las redes sociales  no tienen fronteras, muy pronto el mundo, de extremo a extremo se enteraba de lo que estaba pasando y el nerviosismo dio paso al miedo. Miedo que cundió cuando de pronto los desaparecidos aumentaban en todo el mundo; en un periodo de nueve meses, tres miembros de una familia compuesta por cinco, desaparecían. Todos los niños menores de catorce años, miles de  ancianos, hombres y  mujeres de todas las razas, de todos los estratos sociales, de todas las condiciones físicas se les perdían el rastro.  Las policías recibían notificaciones de desaparecidos cada vez con más frecuencia. Las filas de personas en las delegaciones  intentando saber qué pasaba con sus seres queridos florecían tanto como el miedo.
Los gobiernos llamaban a la calma, que volvieran las personas a sus trabajos y a sus quehaceres  porque así podrían mantener las economías; los países se unían en la desgracia, había caos en las fronteras para pasar de un país  a otro porque todos querían  ir y venir buscando a su gente; las religiones llamaban a tener fe y esperanza, los jóvenes hacían marchas protestando en contra de todo lo que les parecía ser culpable de las desapariciones; nada tenía respuestas. Los astrólogos, videntes, tarotistas y numerólogos parecían  dar explicaciones a lo que estaba ocurriendo pero  no podían dar consuelo a  todos  los que sufrían las perdidas porque tampoco veían claramente lo que estaba ocurriendo. Hablaban de muerte y desgracias a nivel mundial.
La noche para la humanidad está aquí, presente. Se vive y respira. Nada parece tener luz en los corazones de los seres. Nosotros, los que estamos mirando cómo ocurren los hechos tenemos la  respuesta pero nadie nos quiere escuchar. Parece ser que prefieren seguir sufriendo sus desgracias. Como desde siempre  ha optado  la mayoría de los habitantes de tierra. Aprender desde el dolor y no desde el amor.



Mientras tanto, la primera gente que desapareció y que fue advertida por el colectivo mundial, llegó a destino de forma normal. Ni un incidente en el viaje. Al bajar del  avión se sentían contentos, llenos de algo especial en sus estados de vida. Los viajes siempre traen esperanzas de cosas nuevas. Todo funcionaba con normalidad. Lo único extraño era que muchas de las personas que esperaban ver, estaban inubicables. No contestaban teléfonos, mails o chats.  Sin embargo, las cosas parecían darse igual que siempre. Los que llegaban a sus casas se encontraron con todo lo material pero los demás integrantes de las familias  no estaban. Con el pasar de las horas el conjunto de la gente que llegó en ese avión  sintió muy confortable el ambiente en donde cada uno estaba a pesar de las ausencias. El aire parecía diferente, las calles tranquilas sin mucha afluencia de personas y nada de autos; el paisaje se veía más brillante y parecía ser que todo era de colores palpables. La armonía y el equilibrio inundaban cada rincón. Era como un bello sueño que con el pasar de las horas se hacía más real.
Cada respiración daba certezas de la realidad y todos la comprendían sin temer y sin dudar. No  tenían que esforzarse para tener la comida que requerían sus cuerpos o los líquidos que precisaban para su sed porque los árboles frutales abundaban repletos de  exquisitas y fragantes frutas, mientras que los manantiales brotaban desde la misma tierra sana y pura por todas partes. En  las casas todas las despensas estaban llenas de cosas que gustaban y alimentaban al cuerpo. La comodidad, la fraternidad entre todos los que se encontraban en sus actividades era todo lo soñado. La vida era la de siempre. Sus trabajos y ocupaciones eran los mismos de antes, sólo que nada de estresantes. El fin de trabajar es servir al bien común. Los caminos para llegar a sus destinos no requieren de avanzar grandes distancias porque en un abrir y cerrar de ojos ya llegan.  
No pasaron muchos días desorientados cuando la gente que amaban empezó a aparecer  y a pesar de que eran sólo algunos de ellos, aceptaban la situación sin  cuestionarse. Cuando comenzaron a hacerse preguntas, inmediatamente aparecieron en las redes sociales los seres que tenían las respuestas.
El tiempo ha cambiado. El grupo de ese lado es un grupo elegido para existir allí porque en este  lado comprendieron y vivieron el amor fraterno.
Las cosas ahora serán vividas de forma positiva. Todos construyendo en el bien y en beneficio de los del otro lado. De los que se quedaron porque no entendieron las cosas de la luz. Ellos  trabajarán en pos de aquellos enviándoles energías positivas todos los días. Las religiones no existen, sólo el  amor fraterno mueve a esta nueva humanidad. No hay gobiernos, sólo representantes de cada ciudad. Muy pronto la telepatía será su  forma de comunicarse entre todos. La llegada de nueva gente ha terminado. Los que se quedaron se quedaron, los que pasaron los umbrales se instalaron a vivir en este nuevo mundo que no es la muerte. Es una realidad paralela que sólo nosotros, los transeúntes, sabemos de su existencia porque tenemos el don de pasar de un lado al otro.  Somos seres privilegiados, humanos como todos pero con más comprensión de las cosas del espíritu. Cuando este grupo avance en su día a día, en sus vidas y muertes correspondientes para crecer, los que sigan en pie sin rendirse a la complacencia física desordenada, podrán avanzar a la siguiente realidad paralela que es más avanzada. El camino es largo porque las realidades paralelas que siguen son muchas y en ellas, la muerte del cuerpo no existe.

Mientras  observo el desorden de este lado triste, busco una persona, un humano que me escuche para ver si  podemos hacer algo más por el avance de estos seres sin esperanzas, ciegos al amor fraterno que es el único camino de avance pero todo es tan gris y la gente tan dolida. 

4 comentarios:

lichazul dijo...

reflexivo cuento Eloísa
la vida y los giros hacen de las personas historias melladas , sin excepción

gracias por tu huella, feliz de leerte por allá
abrazos y buena semana
:D

Eloisa Echeverria dijo...

Gracias Elisa por tu compañía!
Mi abrazo fraterno Poeta.

CARLOS dijo...

Es tan triste lo que pasa en estos días, estamos deshumanizandonos, solo miramos para nosotros mismos, tantas luchas, guerras, odios... dan ganas de huir, huir hacia algún lugar sin todo esto, pero donde?, tu cuento es precioso, me gusta. Un abrazo y me encanta.

Eloisa Echeverria dijo...

Carlos. Mil gracias por tu bello comentario. Eres muy amable en acompañarme en las letras. Abrazos fraternos!