No había instante que no hablara de ti
consigo misma. No podía hablar con el
resto porque eras un secreto. Su secreto. Temía que si contaba que
existías desaparecerías como esos
ángeles que se van cuando cumplen sus misiones en la tierra.
No había instante que no hablara de ti
consigo misma. Por eso siempre se le vio feliz. Tu presencia en su vida fue su
aliento para el alma. Me lo confesó antes de dar su último suspiro atendiendo
a mi siempre insistente saber la razón
de su energía positiva. Dí mi amor sin esperar algo a cambio_ susurró. Amé con
profunda e infinita entrega. Bendije siempre los caminos por donde anduve y por
los que él pasó pero nunca esperé que me devolviera algo a cambio. Lo dejé libre
y él a mí sabiendo que el camino que hacemos en el alma nos llevará al
encuentro real. Ése al que voy ahora y que me hace sonreír más todavía _
terminó. Había un brillo tan hermoso en la mirada que me emocionó verla irse.
Quería que se quedara para aprender cómo se hace pero seguramente me habría
dicho algo como que los caminos son personales y hay que hacerlos al pulso del
día a día. Sólo por hoy sembrar luz para cosechar luz mañana. Nunca me dijo tu nombre o me dio señales
para saber quién fue el que le dio razones para vivir de la forma feliz que lo
hizo a pesar de su soledad física. Me
habría gustado agradecerte. Seguramente, hoy que se fue, habla con alguien de ti en alguna puerta del
cielo en donde espera a que llegues o tal vez la estés recibiendo con los
brazos abiertos, no lo sé…sólo sé que no hubo instante que no hablara de ti
consigo misma y eso la hacía sonreír…
Eloísa Echeverría.
1 comentario:
Es bello poema.
El dedo del amor dibujando lindas cosas en el corazón.
Un gusto estar en tu blog.
Que tengas buen día.
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