domingo, 21 de mayo de 2017

Entrega.



No había instante que no hablara de ti consigo misma. No podía  hablar con el resto porque eras un secreto. Su secreto. Temía que si contaba que existías  desaparecerías como esos ángeles que se van cuando cumplen sus misiones en la tierra.
No había instante que no hablara de ti consigo misma. Por eso siempre se le vio feliz. Tu presencia en su vida fue su aliento para el alma. Me lo confesó antes de dar su último suspiro atendiendo a  mi siempre insistente saber la razón de su energía positiva. Dí mi amor sin esperar algo a cambio_ susurró. Amé con profunda e infinita entrega. Bendije siempre los caminos por donde anduve y por los que él pasó pero nunca esperé que me devolviera algo a cambio. Lo dejé libre y él a mí sabiendo que el camino que hacemos en el alma nos llevará al encuentro real. Ése al que voy ahora y que me hace sonreír más todavía _ terminó. Había un brillo tan hermoso en la mirada que me emocionó verla irse. Quería que se quedara para aprender cómo se hace pero seguramente me habría dicho algo como que los caminos son personales y hay que hacerlos al pulso del día a día. Sólo por hoy sembrar luz para cosechar luz mañana. Nunca me dijo tu nombre o me dio señales para saber quién fue el que le dio razones para vivir de la forma feliz que lo hizo a pesar de su soledad física.  Me habría gustado agradecerte. Seguramente, hoy que se fue,  habla con alguien de ti en alguna puerta del cielo en donde espera a que llegues o tal vez la estés recibiendo con los brazos abiertos, no lo sé…sólo sé que no hubo instante que no hablara de ti consigo misma y eso la hacía sonreír…
Eloísa Echeverría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es bello poema.

El dedo del amor dibujando lindas cosas en el corazón.


Un gusto estar en tu blog.

Que tengas buen día.

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