viernes, 20 de enero de 2012

Cuando el amor habita en todos los rincones del corazón lo que le suceda de malo al otro, por pequeño que sea, es excesivamente doloroso y preocupante porque se siente como si fuera propio, por otro lado, si lo bueno inunda la vida del otro es completamente perfecto porque también es como si le pasara a uno mismo. Me alegra por los que pueden sentir el amor de esa forma y pueden vivirlo cada día porque se entiende el fin último del amor real, entregarse entero en ese camino para ser feliz y hacer feliz al que te acompaña. Éso muestra que todos podemos vivir ese sentimiento que llena hasta el último rincón del alma. Así se comprueba que la felicidad es un trayecto de compartir la vida en entrega mutua y no una meta a la que se debe llegar