En memoria de las que murieron este fin de semana en manos del que decía amarlas.
Y buscas entre los que te muestran caminos de flores
un hombro sincero en donde llorar
y al final del día la soledad inunda tus
sentidos,
estás solo en este luchar por justicia en tu
caminar…
¿Entonces fueron los murciélagos que atentaron contra
el viento
y dejaron en silencio el
bosque fértil de tu voz,
fueron ellos los que
sembraron espinas en el corazón e hicieron sangrar
el hilo firme y fecundo de la esperanza
para vomitar por la heridas
que tuve que curar?
Fueron los murciélagos, ¡mira
que rara combinación!
La vida te enfrentó a la sin cordura y a la vana emoción.
Te mostró los dientes afilados
y te los enseñó a usar
pero no te dijo que a los de
tu camino no tenías que mordisquear…
Así que fueron los
murciélagos que pintaron en tus ojos soles oscuros
que te impidieron ver la luz
y los caminos seguros,
los pedazos esparcidos de
corazones heridos, de manos sangrantes,
de vidas mutiladas, de
incomprensibles tiempos, de dientes
humeantes;
¡Fueron los murciélagos!
que te dieron la pauta para
disparar…
la piedra que los mató, la
bala que al más allá los llevó, el fuego que los quemó
el lazo, el martillo, el
hacha, el auto que los lapidó.